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VÍA CRUCIS EN MISERICORDIA

Oración Final

Para terminar este Vía Crucis, vamos a unirnos a Cristo en la noche del Jueves Santo, quien después de cenar pronunció el Salmo 136,  que le sirvió de contexto a los acontecimientos que vendrían a continuación. Así lo explica el Papa Francisco:

“Antes de la Pasión Jesús oró con este Salmo de la misericordia. Lo atestigua el evangelista Mateo cuando dice que «después de haber cantado el himno» (26,30), Jesús con sus discípulos salieron hacia el Monte de los Olivos. En este mismo horizonte de la misericordia, Jesús vivió su pasión y muerte, consciente del gran misterio del amor de Dios que se habría de cumplir en la cruz. Saber que Jesús mismo hizo oración con este Salmo, lo hace para nosotros los cristianos aún más importante y nos compromete a incorporar este estribillo en nuestra oración de alabanza cotidiana: 'Eterna es su misericordia'” (MV 7).

Ahora nosotros vamos a irlo recitando juntos, y repasando nuestras propias vidas. En ellas también reconoceremos que la obra misericordiosa de Dios ha ido siendo una realidad en la historia particular de cada uno de nosotros. Y así nos comprometemos a ser misericordiosos como el Padre.

A cada verso respondemos: “PORQUE ES ETERNA SU MISERICORDIA”.

Salmo 136 (135)

1 Dad gracias al Señor porque es bueno:
porque es eterna su misericordia.

2 Dad gracias al Dios de los dioses:
porque es eterna su misericordia.

3 Dad gracias al Señor de los señores:
porque es eterna su misericordia.

4 Solo él hizo grandes maravillas:
porque es eterna su misericordia.

5 Él hizo sabiamente los cielos:
porque es eterna su misericordia.

6 Él afianzó sobre las aguas la tierra:
porque es eterna su misericordia.

7 Él hizo lumbreras gigantes:
porque es eterna su misericordia.

8 El sol para regir el día:
porque es eterna su misericordia.

9 La luna y las estrellas para regir la noche:
porque es eterna su misericordia.

10 Él hirió a Egipto en sus primogénitos:
porque es eterna su misericordia.

11 Y sacó a Israel de aquel país:
porque es eterna su misericordia.

12 Con mano poderosa, con brazo extendido:
porque es eterna su misericordia.

13 Él dividió en dos partes el mar Rojo:
porque es eterna su misericordia.

14 Y condujo por en medio a Israel:
porque es eterna su misericordia.

15 Arrojó en el mar Rojo al faraón y a su ejército:
porque es eterna su misericordia.

16 Guió por el desierto a su pueblo:
porque es eterna su misericordia.

17 Él hirió a reyes famosos:
porque es eterna su misericordia.

18 Dio muerte a reyes poderosos:
porque es eterna su misericordia.

19 A Sijón, rey de los amorreos:
porque es eterna su misericordia.

20 Y a Hog, rey de Basán:
porque es eterna su misericordia.

21 Les dio su tierra en heredad:
porque es eterna su misericordia.

22 En heredad a Israel su siervo:
porque es eterna su misericordia.

23 En nuestra humillación, se acordó de nosotros:
porque es eterna su misericordia.

24 Y nos libró de nuestros opresores:
porque es eterna su misericordia.

25 Él da alimento a todo viviente:
porque es eterna su misericordia.

26 Dad gracias al Dios del cielo:
porque es eterna su misericordia.

Hemos llegado al final de este Vía Crucis tras las sugerencias del Papa Francisco.

Escuchemos nuevamente sus palabras tomadas de la Carta Apostólica “Misericordia et misera” al concluir el Jubileo Extraordinario de la Misericordia, y que nos sirven de conclusión:

“[…] la misericordia no puede ser un paréntesis en la vida de la Iglesia, sino que constituye su misma existencia, que manifiesta y hace tangible la verdad profunda del Evangelio. Todo se revela en la misericordia; todo se resuelve en el amor misericordioso del Padre.

[…] Una vez que hemos sido revestidos de misericordia, aunque permanezca la condición de debilidad por el pecado, esta debilidad es superada por el amor que permite mirar más allá y vivir de otra manera.

Nada de cuanto un pecador arrepentido coloca delante de la misericordia de Dios queda sin el abrazo de su perdón. Por este motivo, ninguno de nosotros puede poner condiciones a la misericordia; ella será siempre un acto de gratuidad del Padre celeste, un amor incondicionado e inmerecido. No podemos correr el riesgo de oponernos a la plena libertad del amor con el cual Dios entra en la vida de cada persona.

La misericordia es esta acción concreta del amor que, perdonando, transforma y cambia la vida. Así se manifiesta su misterio divino. Dios es misericordioso (cf. Ex. 34,6), su misericordia dura por siempre (cf. Sal. 136), de generación en generación abraza a cada persona que se confía a él y la transforma, dándole su misma vida.”

Oración Final

Señor, Dios nuestro,
que has querido realizar la salvación de todos los hombres
por medio de tu Hijo muerto en la cruz,
concédenos, te rogamos, a quienes hemos conocido en la tierra
este misterio de amor,
dar testimonio de él en su misericordia, con palabras y obras,
ante cuantos, en tu bondad, se cruzan en nuestro camino cada día.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.


Fuentes consultadas:

  • Extraído de la Vicaría de Pastoral de la Diócesis de Jaén (2016).
  • Carta Apostólica “Misericordia et misera” del Santo Padre Francisco al concluir el Jubileo Extraordinario de la Misericordia.

Imágenes:

  • Vía Crucis del Monte Calvario, en Tandil, Provincia de Buenos Aires. Autora de las fotografías Mirta Prokopiw.
  • Colaboración especial: Carla Turco.
  • Diseño Web: Fabricio Micheli. Área de Diseño del ISARM.
  • Obra musical: O Jesu Christ, Mein's Leben Licht (Oh! Jesús Cristo, luz de mi vida) de Johann Sebastian Bach, interpretado por el Coro Pforzheim Motete y la Orquesta Bach bajo la dirección de Rolf Schweizer Pforzheim.

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